Tenemos amigos con quienes podemos compartirlo todo, que trascienden el tiempo, las distancias. Hay amigos cotidianos, con los que nos encontramos y nunca terminamos de actualizarnos. Están los que, con su sola existencia y de sólo pensarlos, nos devuelven el amparo. Amigos a un mensaje de distancia, que nos alivian en cada intercambio. Hay amistades que pausamos y un día, sin importar ni cómo ni cuándo, el vínculo se reactualiza en un sólo llamado. Tenemos amigos que heredamos y otros, con quienes nos recordamos. Amigos inéditos, personajes únicos, sin los cuales nuestra vida no tendría ningún encanto. Amigos, que son más parecidos a un hermano. Quienes fuimos bendecidos y crecimos bien rodeados, tenemos amigos que nos revelan la potencia y nos traen de regreso a la superficie con su sola presencia. Hay amigos en quienes descansamos, los que acompañan los silencios y no huyen en un momento de llanto desconsolado. Tenemos amigos con quien nos peleamos sin medir las consecuencias, de tanto que los amamos.
¿Cómo poner en palabras este vínculo sagrado?
La tradición celta tiene un nombre para ellos. Son nuestros “Anam Cara”, los amigos del alma, esas personas con las que estamos en constante conexión y con quienes nos sentimos a salvo, cercanos aún en la distancia, amados y aceptados a lo largo del tiempo, estemos como estemos y seamos quienes seamos. Ese vínculo no se pervierte jamás. Nuestros amigos del alma están ahí en comunión e incondicionalidad.
Este concepto tan hermoso y profundo proviene de la palabra irlandesa “anamcara”. Anam significa “alma” y cara “amigo”. El término fue popularizado por el filósofo y sacerdote John O’Donohue: Anam Cara. El libro de la sabiduría celta
La amistad es siempre un acto de reconocimiento, de pertenencia, que nos ayuda a regresar al corazón de nuestro Espíritu.
En sincronía con estos días en que celebramos la amistad colectivamente y la usamos como excusa para agradecer y para poner en palabras lo que significan aquellos que siempre están para nosotros, apoyándonos, sosteniéndonos, acompañándonos, dándonos fuerza y cobijo, volví a fijar la mirada en el libro del sacerdote que descansaba en mi biblioteca.
Mientras me sumergía en las palabras de O´Donohue, recordaba a todos aquellos que hoy son mi familia elegida, mi red, mi refugio y mi fuerza y mi descanso.
“Tengo amigos para saber quién soy, pues viendo los locos y santos, serios y bromistas, niños y ancianos, nunca me olvidaré que la normalidad es una ilusión estéril” decía Pessoa en una de sus poesías más hermosas.
Hace algunos años compartíamos aquí mismo su convicción acerca de la amistad y esa afirmación tan bella de Borges “La amistad no necesita frecuencia”.
Los amigos del alma
Esta vez quiero aprovechar el espacio para citar a O´Donohue y compartir sus enseñanzas sobre la amistad. Quizás su decir nos ayude a poder poner en mejores palabras nuestro propio sentir.
“Anam Cara es alguien con quien podemos compartir nuestro ser, nuestros pensamientos, nuestros sentires más profundos y revelar todas las intimidades de la vida. Esa amistad trasciende las convenciones, la moral y las categorías. Uno se siente unido de manera antigua y eterna con su amigo espiritual. Ese nexo despierta y fomenta una complicidad especial que transforma su vínculo de unión en indisoluble. La amistad espiritual no se ve afectada por el tiempo, la distancia o la separación, esa amistad interior abarca la naturaleza, la divinidad, el espíritu y el mundo humano como uno solo”.
La verdadera amistad es un acto de reconocimiento
“La verdadera amistad o el amor no se fabrican ni se conquistan mediante la voluntad o la intención. La amistad es siempre un acto de reconocimiento, de pertenencia, que nos ayuda a regresar al corazón de nuestro Espíritu.
Gracias a nuestro Anam Cara, podemos ser capaces de vernos más allá de las máscaras, y junto a él descubrimos quiénes somos, quién hemos sido y quién podríamos ser.”
“Uno de los anhelos más profundos del ser humano es el de ser visto. Con Nuestros amigos del alma, no sólo nos elegimos para acompañarnos, ayudarnos y disfrutar juntas de la vida, sino para ser espejo fiel de la esencia del otro.”
“La experiencia del Anam cara abre una amistad que no está dañada o limitada por la separación o la distancia. La amistad permanece viva, incluso cuando los amigos viven alejados. Ambos han roto las barreras de la imagen y el egoísmo. La unidad no se corta tan fácilmente cuando el alma está despierta. El espacio físico se transfigura incluso a través de la distancia. Los amigos pueden permanecer totalmente compenetrados y continuar sintiendo el flujo de la vida del otro.”
“Cuando una amistad se reconoce como un don, permanecerá abierta a su propio terreno de bendición. Cuando amas, abres tu vida a otro, caen las barreras y se derrumban todas las distancias protectoras. El otro obtiene permiso absoluto para penetrar en el templo más profundo de tu espíritu. Se necesita mucho valor para permitir semejante intimidad”.
Estos son algunos de los pasajes más hermosos que el filósofo relata en su libro “Anam Cara” En él también comparte esta hermosa bendición de la amistad.
Bendición de la amistad
Que seas bendecido con buenos amigos
Que aprendas a ser buen amigo de ti mismo
Que pueda llegar a ese lugar de tu alma donde residen
el gran amor, la calidez, el afecto y el perdón. Que eso te cambie,
Que transfigure todo lo que hay de negativo distante o frío en ti
Que te lleve a la verdadera pasión, familia y afinidad de la comunión
Que atesores amigos.
Que seas bueno con ellos y estés allí cuando te necesiten
Que te den todas las bendiciones, estímulos, verdad
y luz que necesites para el viaje.
Que nunca estés solo.
Que esté siempre en el amable nido
de la comunión con tu anam cara
Dice el filósofo:” El viaje humano es un acto continuo de transfiguración. Si lo abordamos con amistad, lo desconocido, lo anónimo, lo negativo y lo amenazador nos revelan un poco, su secreta afinidad. La amistad es una fuerza creadora y subversiva, es la dulce gracia que nos libera para afrontar, reconocer y vivir esta aventura”.
Que así sea.