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RADIO32 SOMOS TU VOS
En los primeros ocho meses de 2024 se hallaron 108 cuerpos de migrantes, 99 más que los reportados en 2020; las autoridades han incrementado esfuerzos para frenar la crisis
En los últimos años, la frontera de Nuevo México se ha convertido en un escenario cada vez más letal para los migrantes. Desde 2023, se han reportado cifras alarmantes de muertes, con 113 fallecimientos en ese año y 108 cuerpos hallados en los primeros ocho meses de 2024, comparado con solo nueve en 2020, de acuerdo con datos de la Oficina del Investigador Médico de la Universidad de Nuevo México.
Este drástico aumento se atribuye a rutas cada vez más peligrosas que obligan a los migrantes a atravesar terrenos desérticos, cañones y montañas. Estas áreas, situadas mayormente a menos de 6 kilómetros de El Paso, Texas, presentan condiciones extremas de calor y escasez de agua, lo que agota a los migrantes y deja a muchos en situaciones de peligro extremo.
Los migrantes que intentan cruzar por Nuevo México enfrentan condiciones mortales debido a la combinación de altas temperaturas y rutas agotadoras. Expertos señalan que los traficantes de personas, presionados por la intensificación de las políticas de control migratorio en Texas, han cambiado sus tácticas, guiando a los migrantes a través de terrenos cada vez más inhóspitos.
Estos caminos largos y exigentes se vuelven aún más peligrosos durante el verano, cuando las temperaturas superan los 42°C. Autopsias realizadas por la Oficina del Investigador Médico de la Universidad de Nuevo México revelan que la mayoría de las muertes ocurren debido al agotamiento extremo, deshidratación y otras causas relacionadas con el calor.
La crisis humanitaria ha impulsado a las autoridades de Nuevo México a incrementar significativamente sus recursos para atender las muertes de migrantes. La Oficina del Investigador Médico, que normalmente maneja unos 2 mil 500 casos forenses al año, ha duplicado su personal en la región oriental del estado, pasando de tres a diez médicos forenses adjuntos.
Asimismo, la Patrulla Fronteriza ha intensificado sus esfuerzos de rescate mediante el uso de torres de radar, un dirigible de vigilancia en el condado de Doña Ana, y el despliegue de más de 30 nuevas estaciones de emergencia a lo largo de las zonas remotas de la frontera. Además, se han añadido placas de localización y dispositivos de emergencia para que los migrantes puedan solicitar ayuda de manera rápida.
Los traficantes de personas han aprovechado el endurecimiento de las leyes de asilo en los Estados Unidos, obligando a los migrantes a tomar rutas peligrosas en su intento por evitar la detención. Adam Isacson, analista del grupo Washington Office on Latin America, enfatizó que las políticas de seguridad fronteriza en Texas están empujando a los migrantes hacia zonas más inhóspitas de Nuevo México, lo que incrementa la posibilidad de muerte.
El Hope Border Institute, una organización de apoyo en El Paso, también reportó que las redes de tráfico humano se han vuelto más sistemáticas en la región, y que grupos comunitarios han tenido que recurrir a colocar botellas de agua y banderas azules en el área desértica para ayudar a los migrantes en situación crítica.
El cambio climático ha intensificado los desafíos que enfrentan los migrantes en su tránsito por Nuevo México. Las temperaturas en esta región han alcanzado niveles récord; en junio de 2024, El Paso experimentó el junio más caluroso de su historia, con una temperatura promedio de 31,8°C y picos de hasta 42,7°C durante dos días consecutivos.
Estas condiciones se han convertido en un obstáculo mortal para migrantes que llegan debilitados tras semanas de viaje sin acceso a agua ni alimentos suficientes. Las temperaturas extremas, exacerbadas por el calentamiento global, aumentan significativamente el riesgo de fallecimientos por exposición prolongada y agotamiento.
Tradicionalmente, las zonas más peligrosas para los migrantes eran Río Grande en Texas y el desierto de Sonora en Arizona. Sin embargo, Nuevo México ha superado a estas áreas en número de muertes. En Arizona, 114 migrantes fallecieron durante los primeros ocho meses de 2024, una cifra que rivaliza con la de Nuevo México, donde el terreno y el clima también presentan desafíos extremos.
Según un informe de la organización No Más Muertes, la región del sector de El Paso, que incluye parte de Texas y Nuevo México, se ha convertido en la más mortal en la frontera con México debido a la combinación de condiciones ambientales hostiles y el incremento de las restricciones en las políticas migratorias.
Otro aspecto alarmante de esta crisis es el incremento de muertes entre mujeres migrantes, especialmente jóvenes. Durante 2024, casi la mitad de las muertes en Nuevo México fueron de mujeres, siendo el grupo más afectado el de mujeres de entre 20 y 29 años. Organizaciones defensoras de los derechos de los migrantes, como No Más Muertes, informan que las muertes de mujeres han aumentado considerablemente en toda la frontera desde 2018, cuando solo representaban el 10% del total. En 2024, este porcentaje ha alcanzado el 25%, reflejando una mayor vulnerabilidad y exposición de las mujeres en su travesía hacia Estados Unidos.
La frontera sur de Nuevo México simboliza una crisis humanitaria marcada por desafíos cada vez más complejos. Mientras el cambio climático intensifica las condiciones extremas en el terreno, las redes de tráfico humano y las restricciones migratorias fuerzan a los migrantes a enfrentar peligros que muchos no logran superar. Para las autoridades y organizaciones humanitarias, cada muerte representa no solo una tragedia personal, sino un llamado a abordar con urgencia tanto los factores de riesgo en la frontera como la situación de vulnerabilidad de miles de personas en busca de una vida mejor.
Escrito por E-GRUPOCLAN
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