Siempre tuvo la necesidad de escribir sobre las cosas que la abruman. Lo hacía en un diario íntimo, pero ese ejercicio se trasladó a sus canciones. Ácida, romántica, despiadada, vulnerable o invencible. Carmen Sánchez Viamonte se expone en esos relatos casi autobiográficos. El proceso creativo pareciera responder a lo que Alejandra Pizarnik definía como “exorcizar, conjurar y reparar”.
Las memorias y deseos se exacerbaron en sus últimos dos discos: La Fuerza y Mala, donde soltó ese “atado de nervios”, que ella misma describe en “Electricidad”. A veces heroína y otras villana, pero siempre honesta con sus emociones -“Espero que te torture hasta el final, el recuerdo de mi cara en tu almohada”, ruega en la carta de desamor “Que no se entere nadie”-.
“Me inspiré un poco en Taylor Swift, pero también me expongo porque es el motivo por el que hago canciones. Lo comparo con lo que hace Dumbledore en ‘Harry Potter’, cuando se saca los recuerdos y los pone en un cosito. A mis pensamientos, los guardo en canciones. Saco las cosas de mi cabeza, las dejo en un cuaderno y me gusta mostrárselo a los demás”, dice en diálogo con La Viola.
Envueltas en melodías pop/rock, los relatos sobre desilusiones amorosas, reflexiones generacionales, y referencias cinéfilas –que van de Nora Ephron a Hayao Miyazaki- son interpretados por una voz que puede ser tan dulce como arrolladora. Haber plasmado lo que siente y tener un sonido definido en esta etapa de su carrera es algo que la llena de orgullo.
“Los discos anteriores son un retrato de mi adolescencia, todavía estaba en una búsqueda. A partir de ‘La Fuerza’, creo que encontré mi identidad. También fue cuando empecé a trabajar con Juan Pedro Lucesole, que es mi productor y con él encontramos un equilibrio. Llegué a lugares que me gustan mucho y que antes me parecían difíciles en el arte. Pude traer algo abstracto a la realidad, reflejar mis ideas”, analiza.
Con 25 años, a diez de empezar en la música con el proyecto que tituló La Nena Transformer, Sánchez Viamonte ya se volvió una parte fundamental de la escena platense que su primo Manuel (guitarrista de El mató a un policía motorizado) y su prima Mora (tecladista de 107 Faunos) protagonizan desde hace tiempo.
“Vas al bar Pura Vida y terminás en un recital con una parte del público conformado por integrantes de otras bandas. Eso pasa mucho y es alucinante, pero La Plata tiene ese peligro: si uno no tiene muchas ambiciones, es una rueda que funciona bien por sí misma y podés quedarte ahí”, afirma antes de su show de este sábado en Niceto (Humboldt 1358) y a semanas de su presentación en el festival Noches Capitales, donde tiene un lugar estelar en la grilla.
“Mala”, una declaración de principios y una manera de entender el rock
En octubre de 2023, la cantante lanzó Mala –y posteriormente la edición Malísima, con tres bonus tracks-. El disco no solo mantiene la fuerza de su predecesor en temas como “Cronos”, “Mercurio”, “Ya sabré” y “Mad Max”, sino que también da la sensación de que algunas composiciones desarrollan o concluyen historias que habían sido presentadas anteriormente.
La producción fotográfica de la portada muestra a la mamá de Carmen en una puesta que tiene algo de terror rural bonaerense. No es la primera vez que encuentra inspiración en las mujeres de su familia, ya lo había hecho con el sexteto La Sánchez Viamonte en un álbum de 2019 que tenía un retrato de su abuela Herenia Martínez Cámara de Sánchez Viamonte, Madre de Plaza de Mayo -a quien le dedicó “Esto es un tesoro”, uno de los temas imprescindibles de su discografía-.
“Mi vieja era la indicada para la ironía del título. No me considero mala ni tampoco a ella, tiene que ver con un adjetivo peyorativo que funcionó históricamente como bozal para las mujeres con carácter que quieren vivir sin el yugo arriba. Las que no ‘corresponden’ a los cánones, siempre son algo: malas, hinchapelotas, intensas. Bueno, mi mamá nunca quiso corresponder. Ella es la representación en mi vida de lo importante de ser auténtico”, valora.
Y agrega: “El rol de las mujeres de mi familia es fundamental. Mi abuela es como una matriarca. Ella y mi mamá tienen la fuerza, lograron transformar todas las cosas que le pasaron en la vida. Para mí la música es eso: convertir lo que me pasa en algo más lindo o bueno, y que conecte con otros y les permita hacer catarsis”.
Así de “mala” es en sus canciones y como performer sobre el escenario. “El otro día un señor se enojó cuando cerré un show con ‘No parecés normal’, que dice ‘si todos me odian acá, yo odio a todos’. Hay gente que se toma muy en serio el sarcasmo. Es un chiste, pero el tema también es una respuesta a lo que me pasaba cuando empecé en el rock, que venían y me decían que cantara bajito, suavecito… como que la mujer tiene que ir por ese lado”.
Sánchez Viamonte destaca que cada vez hay más mujeres que hacen la música que sienten y no la que le imponen, pero asegura que hay algunos debates que parecían terminados y deben volver a darse: “Otra vez hay festivales muy masivos sin artistas mujeres. Pensé que ya lo habíamos superado, pero vamos a tener que seguir dando batalla desde nuestros espacios”.
La usina creativa no se detiene y ya trabaja en el sucesor de Mala. Incluso, el 13 de septiembre presenta un adelanto. “Estoy escribiendo canciones desde otro lugar, creo que un poco más consolidada en mi adultez. Antes había muchos reclamos, ahora creo que me detengo y pienso ‘no es mi culpa ni la tuya’”, dice. No es casualidad que su último disco haya cerrado con “Duelo/ Ha llegado el amor”. Son otras las emociones que quiere atesorar en el pensadero.
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