La alimentación ocupa un lugar preponderante en la primera etapa de la vida por su contribución al desarrollo físico, inmunológico e intelectual de los bebés. Esa etapa de la vida plantea preocupaciones, miedos y dudas a las familias. Por eso, expertos de distintas disciplinas alrededor de la infancia propusieron un decálogo que aborda diferentes aspectos.
La crianza es una etapa maravillosa, pero no es sencilla ni está exenta de desafíos, tanto pequeños como grandes, y la alimentación ocupa un lugar importante en el crecimiento y desarrollo. “Para que sea exitosa, es pertinente asesorarse, pedir ayuda, asumir que la perfección no es alcanzable e intentar tomar las mejores decisiones cada vez”, concluyeron los especialistas.
Los primeros mil días
Los primeros 1000 días de la vida (desde la concepción hasta los 2 años) conforman un período que representa una ventana de oportunidad única para el crecimiento físico, la programación metabólica, el neurodesarrollo y la maduración inmunológica. En contrapartida, puede tener consecuencias desfavorables en el niño y en las generaciones futuras si no se propicia un adecuado cuidado materno y no se privilegian la alimentación y el tipo de parto. Para el médico pediatra gastroenterólogo y expresidente de la Sociedad Argentina de Pediatría, el Dr. Omar Tabacco, “estos 1000 días de vida son cruciales para el crecimiento y desarrollo de un niño. Durante dicho período, el cuerpo y el cerebro del niño experimentan una rápida evolución, lo que significa que la nutrición adecuada es esencial”.
La alimentación del niño durante este período es crucial para establecer patrones alimentarios saludables que pueden durar toda la vida, también es crítica la nutrición de la madre durante la gestación y el período de lactancia, entre otros motivos, por sus consecuencias sobre la programación fetal, pues afecta directamente al crecimiento y desarrollo del feto y del niño. Por lo tanto, garantizar una adecuada nutrición tanto para la madre como para el hijo desde las etapas más tempranas es esencial para promover la salud y el bienestar a lo largo de la vida.
Un estudio del Centro de Estudios sobre Política y Economía de la Alimentación (CEPEA), presentado en el último Congreso Argentino de Nutrición, mostró que 4 de cada 10 niños consumen leche de vaca antes del año de vida, aunque está desaconsejado porque su composición nutricional es inadecuada para esa etapa y puede comprometer la salud futura. A partir de datos de la 2a Segunda Encuesta Nacional de Nutrición y Salud, este estudio demostró que la dieta en esa etapa de la vida, en promedio, se excede en su aporte de proteínas y sodio, y está por debajo en ácidos grasos omega-3, zinc y hierro, y que los excesos y déficits de la dieta son más pronunciados en quienes abandonan la lactancia materna y consumen leche de vaca. Tal como aclaró el Dr. Tabacco, “la leche de vaca está contraindicada en esa etapa precisamente por el déficit y la sobrecarga de algunos nutrientes para ese momento del desarrollo”.
Favorecer la lactancia materna
Para el bebé, indiscutiblemente la leche materna es la forma de alimentación por excelencia, ya que se la considera un tejido vivo y aporta todos los nutrientes que el niño o niña necesita durante la primera etapa de la vida. Cifras oficiales de la Encuesta Nacional de Lactancia Materna (ENALAC) muestran que la tasa de lactancia exclusiva a los 6 meses de vida en la Argentina pasó del 30% en 2011 al 45% en 2022.
El predominio de bacterias como las Bifidobacterium y Lactobacillus, transferidas a partir de la microbiota materna mediante el parto vaginal y la lactancia, y reforzadas por los prebióticos naturales (oligosacáridos) de la leche materna (HMO, por su sigla en inglés), constituye el mejor ejemplo de la naturaleza de una “siembra” intestinal inicial exitosa, que prepara el escenario para una infancia saludable. La leche materna está compuesta por elementos bióticos (más precisamente, oligosacáridos, bacterias y metabolitos bacterianos) que contribuyen en el proceso de colonización intestinal del lactante, al favorecer tanto el equilibrio de la microbiota intestinal como el desarrollo de sistemas digestivo, inmunológico y metabólico saludables. “Así como el parto vaginal y la lactancia materna modulan favorablemente la microbiota, se sabe que medidas como la ingesta de antibióticos atentan contra ella. Por lo tanto, deben usarse solo cuando es estrictamente necesario y a partir de la prescripción de un profesional de la salud”, explicó Tabacco.
Algunos mitos alrededor de la lactancia
- “La lactancia es fácil”, lo cierto es que requiere práctica, tanto para la madre como para el bebé, y será clave que la madre pueda tener espacio y apoyo de su familia y trabajo.
- “Es habitual que la lactancia duela”, lo cierto es que puede haber algún malestar inicial, pero, si persiste el dolor, debe evitarse acudiendo a algún profesional capacitado para ayudar a mejorar la técnica.
- “Muchas madres no pueden producir leche suficiente”. En realidad, casi todas las madres producen la cantidad adecuada de leche para sus bebés, determinada por la capacidad del bebé para agarrarse a la teta y extraer leche, así como la frecuencia de la lactancia.
- “Los bebés que han sido amamantados son más apegados”. Todos los bebés son diferentes. Algunos son más apegados que otros, sin importar cómo los alimenten.
Además, el derecho a la lactancia (desde el punto de vista jurídico) se encuentra subsumido dentro del derecho humano fundamental a la alimentación. Tal como ha sostenido el Comité de Derechos Económicos, Sociales y Culturales “El derecho a la alimentación adecuada se ejerce cuando toda persona tiene acceso físico y económico, en todo momento, a la alimentación adecuada o medios para obtenerlo”, y por tanto se encuentra garantizado por las normas internacionales de derechos humanos.
La imposible “mujer maravilla”
Es importante que la mamá vaya eligiendo conscientemente su camino, revisar las exigencias y autoexigencias: hijos, casa, cuerpo, pareja, amigas, todo perfecto no se puede. Es una tarea diaria priorizar, elegir, renunciar, postergar, conservando su identidad y vida propia, para no olvidarse del hijo, pero tampoco “perderse” en él. Para la psicóloga especializada en orientación a padres, Maritchu Seitún, “no se debe intentar ser una madre perfecta, sino una ‘suficientemente buena’. Las madres se equivocan, lo importante es que los errores no predominen en la crianza y tomarse el tiempo para reconectar y reparar”.
Desde el nacimiento, la mamá y su pareja toman decisiones a diario como a qué pediatra se lo llevará, si permitirán que el entorno lo alce, si lo dejarán llorar o no. Los controles de salud son muy importantes. En el control de salud, padre y madre pueden evacuar sus dudas y dificultades sobre la crianza, la alimentación y las vacunas. Es necesario llevar al bebé desde que nace, aunque esté sano, para que un profesional de salud lo revise para saber cómo está creciendo y desarrollándose. Entre los 7 y 10 días de vida, el primer control. De 1 a 6 meses, todos los meses. De 6 meses a 1 año, cada 2 meses. De 1 a 2 años, cada 3 meses. De 2 a 3 años, cada 6 meses. Desde los 3 años, una vez por año.
Sobre su alimentación, es necesario garantizar información objetiva para tomar decisiones particulares, promoviendo siempre la lactancia humana, pero sin desaprobar o juzgar a quienes no pueden llevarla a cabo, no logran sostenerla en el tiempo, no la eligen o no es una opción por su modelo de familia. “Todas estas decisiones están mediadas por mandatos, la mirada de la sociedad, la de sus propias madres y abuelas, la de parejas amigas, la información que ofrecen los medios de comunicación y redes sociales, el pediatra oficial y el pediatra amigo, entre otras fuentes”, aclaró Seitún.
Además, el apoyo de la puericultura es importante. El nacimiento de un hijo es una etapa inolvidable, en la que se depositaron muchas expectativas y sueños, pero no todo es tan maravilloso y la alegría no es la única emoción que puede aparecer. “En ocasiones, es una etapa cargada de incertidumbre, miedos, angustias, dolores, cansancio extremo, cambios de humor y tensiones en el hogar, por lo que es una buena estrategia pedir ayuda. Respecto de la alimentación del recién nacido, la puericultura es una disciplina que brinda herramientas concretas para mejorar la técnica de lactancia, para aliviar dolores o malestares de la mamá, para desterrar mitos y para acompañar a las familias a transitar esta nueva etapa con todos los cambios que se generan alrededor de la llegada del bebé”, sostuvo la puericultora y fundadora del movimiento femenino @yodoylateta y autora del libro homónimo, Paola de los Santos.
La vuelta al trabajo y sus interrogantes
Llega el momento temido y deseado en que la mamá tiene que volver a trabajar. Implica la separación entre la madre y el bebé, circunstancia para la que sería ideal que se estuviera configurando un apego seguro. Para lograr sostener la lactancia, es importante poder completar el periodo de licencia en lugar de acortarlo y dentro de lo posible hacer progresivo el retorno.
Es deseable, aunque pocas veces sucede, que el lugar de trabajo cuente con espacios adecuados para extracción y conservación de leche “Espacios amigos de la lactancia”, y apoyo del entorno y la familia. “El estrés de balancear casa y trabajo debe ser de la pareja. A pesar de los enormes cambios socioculturales, siguen siendo las mujeres las que están tironeadas entre las necesidades familiares y la ambición personal, entre la preocupación por sus hijos y la necesidad de ganar dinero y tener acceso a experiencias y oportunidades de todo tipo”, reconoció Maritchu Seitún.
Medidas que pueden ayudar a esa separación:
- Acortar la ausencia llegando al trabajo más tarde o retirándose antes y que el papá haga lo inverso, así los hijos no sienten que sus padres se van a la madrugada y vuelven de noche.
- Volver más temprano llevando trabajo a casa y retomarlo recién cuando el bebé duerme.
- Al regresar, estar plenamente disponible para el bebé, sin distracciones como el celular.
- Pedir colaboración a familiares cercanos para que lo visiten cuando los padres no están.