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El divorcio en personas mayores de 50 años se ha incrementado en las últimas décadas pese a las implicaciones económicas que puede tener para las personas
El divorcio es una experiencia que en cualquier etapa de la vida conlleva cambios significativos; sin embargo, para los adultos mayores en Estados Unidos el panorama se ha transformado visiblemente en las últimas décadas debido a un fenómeno conocido como “gray divorce”, que se refiere a la separación de parejas de más de 50 años y ha duplicado su incidencia desde la década de 1990, de acuerdo con datos del Pew Research Center.
Actualmente, casi el 40% de los divorciados pertenece a este grupo de edad, una tendencia que contrasta con la disminución de divorcios entre adultos jóvenes. Aunque las razones varían, desde conflictos acumulados tras décadas de convivencia hasta el deseo de una vida más independiente, las implicaciones financieras y emocionales del “gray divorce” pueden ser profundas y duraderas.
A medida que estas parejas enfrentan el reto de dividir activos acumulados durante años —como propiedades, cuentas de jubilación y negocios—, los impactos económicos pueden ser especialmente severos para las mujeres. Muchas se ven obligadas a reconstruir su vida laboral tras haber dejado la fuerza laboral para cuidar a sus familias, enfrentando además una drástica reducción en su calidad de vida. Sin embargo, para algunas, este proceso representa también una oportunidad de renacimiento, una nueva etapa para redefinir prioridades y encontrar un propósito renovado.
Desde la década de 1990, el “gray divorce” ha transformado las dinámicas matrimoniales en Estados Unidos. Las tasas de divorcio entre personas mayores de 50 años se han duplicado, mientras que entre los mayores de 65 se han triplicado, de acuerdo con estadísticas analizadas por Fortune. Esto se debe, en parte, a una mayor esperanza de vida, lo que permite a las personas contemplar décadas adicionales después de los 50 años. También influye el creciente acceso de las mujeres a ingresos independientes, gracias a su participación en la fuerza laboral y su acumulación de activos propios.
Este fenómeno tiene un costo financiero significativo, especialmente para las mujeres. Según la Bowling Green State University, las mujeres mayores que se divorcian ven una caída promedio del 45% en su estándar de vida, mientras que para los hombres esta cifra es del 21%. Este impacto puede durar años, ya que las mujeres tienden a depender más de los ingresos del hogar acumulados durante el matrimonio.
No obstante, esto no ha sido un impedimento para que la tendencia aumente. En 2019, un 36% de los divorciados tenía más de 50 años, según el Pew Research Center. Pese a las implicaciones económicas, las razones para este aumento incluyen el deseo de una vida independiente tras años de resentimientos acumulados o el hecho de que el divorcio sea más socialmente aceptable.
En 2022, las estadísticas del Gobierno de Estados Unidos reportaron 673 mil 989 divorcios y anulaciones en el país, lo que contrasta con los 2 millones 65 mil 905 matrimonios registrados el mismo año. Aunque la creencia de que la mitad de los matrimonios terminan en divorcio es inexacta, las cifras muestran que el 43% de los primeros matrimonios fracasan. Esta tasa aumenta significativamente en los segundos matrimonios (60%) y en los terceros (73%).
De acuerdo con datos de Forbes, el costo promedio de un divorcio en Estados Unidos es de 7 mil dólares, pero los casos complejos pueden superar fácilmente esta cifra. La duración promedio de los matrimonios antes del divorcio es de ocho años, y un proceso de separación puede durar entre tres meses y más de un año, dependiendo de si el divorcio es disputado.
El vínculo entre la economía y el divorcio es claro: las parejas con ingresos bajos enfrentan tasas de divorcio más altas. Por ejemplo, según Forbes, el 46% de las personas que viven por debajo del nivel de pobreza se han divorciado, en comparación con tasas mucho menores entre quienes tienen ingresos altos. Sin embargo, esta tendencia se estabiliza para parejas con ingresos superiores a los 200 mil dólares.
El nivel educativo también es crucial. Mientras que solo el 40% de las mujeres con educación secundaria o menos mantienen matrimonios que duran más de 20 años, esta cifra aumenta al 78% entre mujeres con títulos universitarios. Según el análisis de los datos, la educación parece ofrecer estabilidad tanto financiera como personal, reduciendo los conflictos que pueden surgir por problemas económicos.
Las causas del divorcio son diversas y suelen ser múltiples. La falta de compromiso es la razón más citada por las parejas (75%), seguida por la infidelidad (60%) y el abuso doméstico (24%). Además, el 69% de los divorcios son iniciados por mujeres, lo que refleja su mayor disposición a buscar soluciones cuando la relación ya no es satisfactoria.
Otros factores comunes incluyen conflictos financieros (38%), casarse demasiado jóvenes (45%) y exceso de conflictos (58%). Cabe destacar que, de acuerdo con el análisis de Forbes, que el 72% de las parejas divorciadas admiten no haber entendido completamente lo que implica el compromiso matrimonial antes de casarse.
El divorcio afecta de manera desigual a hombres y mujeres. Las mujeres enfrentan una reducción significativa en su calidad de vida debido a la división de activos y la pérdida de ingresos compartidos. Mantener la propiedad familiar es un error financiero común. Lili Vasileff, experta en divorcios, afirmó para The New York Times que comprometerse con un activo inmobiliario reduce la liquidez necesaria para gastos cotidianos. Esto es particularmente problemático para las mujeres mayores que ya no tienen un ingreso constante.
El divorcio también está influenciado por factores culturales. De acuerdo con Forbes, las personas que tienen amigos divorciados tienen un 75% más de probabilidades de divorciarse, lo que refleja un efecto de contagio social. Además, convivir antes del matrimonio, aunque inicialmente reduce el riesgo de separación, aumenta las probabilidades de divorcio a largo plazo. Los estudios de la revista informaron que el 34% de las parejas que vivieron juntas antes del compromiso formal terminaron divorciándose, en comparación con el 22% de aquellas que esperaron.
Respecto a la situación emocional, aunque los hombres enfrentan un menor impacto financiero tras el divorcio, suelen sufrir más en el ámbito social. Según estudios, los hombres mayores que viven solos son más propensos a la soledad y el aislamiento social que las mujeres. Esto se debe a que las mujeres, en general, mantienen conexiones familiares y sociales más sólidas después de una separación.
El divorcio en la tercera edad supone un desafío financiero considerable. Para las mujeres, es vital involucrarse activamente en las decisiones financieras del hogar, incluso cuando no trabajan fuera de casa. Kamila Elliott, asesora financiera, comentó para The New York Times muchas mujeres llegan al divorcio sin conocer los detalles de las finanzas familiares, lo que las pone en desventaja.
Entre las recomendaciones clave para protegerse económicamente están:
Escrito por E-GRUPOCLAN
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