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En los últimos años se han desarrollado varias investigaciones sobre las terapias psicodélicas y muchos expertos se han manifestado entusiasmados con las distintas aplicaciones que estas pueden brindar, entre ellas en trastornos de salud mental.
En la mayoría de los casos se trata de investigaciones acotadas y en muchos países el uso de estas terapias está prohibido. Aún se sigue estudiando si la psilocibina, el ingrediente psicoactivo de los hongos alucinógenos, y la ayahuasca podrían ser útiles para procesar el duelo y el trauma específicamente.
El príncipe Harry del Reino Unido describió en su libro Spare, donde relata sus memorias, que probó distintas formas para controlar el dolor y el trauma que le causó la trágica muerte de su madre Diana. Para superarla apeló tanto a métodos tradicionales como no convencionales luego de que un terapeuta lo diagnosticara con estrés postraumático (PTSD, por sus siglas en inglés). Reconoció que usó psicodélicos y le fueron útiles porque le permitieron “redefinir la realidad”, escribió. Sin embargo, en una entrevista con el programa televisivo 60 Minutos, dijo que “nunca recomendaría a las personas que hicieran esto de manera recreativa”, pero consideró que en el entorno adecuado, las drogas funcionaron “como una medicina” para ayudar a procesar su angustia.
Recientemente, el ex jefe de Gabinete Marcos Peña reconoció haber incursionado en el uso de la psilocibina en el marco de una terapia de salud mental. Aunque prefirió no ahondar al respecto, consideró que se deben apoyar los estudios científicos al respecto.
Pero, ¿qué dice la ciencia sobre las terapias psicodélicas?
“Hace ya varios años que Antonio Escohotado en su “Historia universal de las drogas”, nos hablaba sobre el rol de las drogas psicoactivas en las diferentes épocas y culturas”, expresó el doctor Enrique De Rosa Alabaster médico psiquiatra, neurólogo, sexólogo y médico legista en una nota reciente.
Y agregó: “La psilocibina es un compuesto encontrado en cierto tipo de hongos y que tuvo en su auge de la cultura hippie de los años 70. Se trata, al igual que el LSD, de un agonista de los receptores serotoninérgicos y en base a esto, sus propiedades y efectos”.
Y agregó que de esas “famosas experiencias con hongos alucinógenos se ha escrito mucho, pero no tanto de muchos casos trágicos, en particular en nuestra región, en México, Perú y otros países. Sin embargo, una serie de investigadores siguieron estudiando sus características y funciones de manera paralela a ese movimiento cultural”.
El médico destacó las figuras de Timothy Leary y de Albert Hoffman. “Este último sintetizó químicamente el principio activo a partir de los hongos y siguió con la investigación formal, y Leary junto a Richard Alpert, posteriormente conocido como Ram Dass, organizaron un centro de estudios en Universidad de Harvard”, comentó De Rosa Alabaster.
Y agregó que en esos años también hubo experiencias en el campo de las psicoterapias asistidas por diversas drogas alucinógenas. Y hoy vuelven a atrapar la atención de los investigadores.
“¿Pueden los psicodélicos ayudar con la experiencia del duelo? Probablemente diría que sí”, dijo el doctor Joshua Woolley, director del Programa de Investigación Psicodélica Traslacional de la Universidad de California en San Francisco a The New York Times. En cambio, otros expertos son menos optimistas sobre la idea de usarlos para el trauma. “Verdaderamente falta evidencia real”, dijo la doctora Shaili Jain, especialista en PTSD de la Universidad de Stanford. “Es muy temprano y todavía no conocemos los efectos secundarios a largo plazo. Aún no estamos allí”, aclaró la experta.
La psilocibina es una sustancia química presente en ciertos tipos de hongos que crecen en casi todos los continentes.
¿Cómo afecta la psilocibina al cerebro? “Los hongos alucinógenos pueden hacer que las personas experimenten imágenes y sonidos distorsionados y pierdan el sentido del tiempo y el espacio. Las personas que toman psilocibina también pueden sentir emociones intensas que van desde la felicidad hasta el terror y pueden tener efectos secundarios físicos como aumento de la frecuencia cardíaca o náuseas”, explica el Instituto Nacional de Abuso de Drogas de EEUU (NIDA por sus sigla en inglés).
Según esta entidad en la actualidad, hay un aumento en el interés por descubrir cómo funciona la psilocibina y su potencial para ayudar a tratar afecciones como la depresión, el trastorno de estrés postraumático (PTSD, en inglés), la adicción, el dolor y los trastornos neurodegenerativos.
En cuanto a sus efectos, una persona que toma psilocibina puede tener lo que se llama una experiencia mística, en la que entra en un estado onírico y eufórico, tal vez teniendo visiones o reviviendo recuerdos. “Pueden tener una percepción diferente de sí mismos, sintiendo que no tienen límites personales y que son uno con el universo, lo que algunos investigadores llaman “sensaciones de tipo oceánico” (oceanic self-boundlessness). Esta experiencia puede ser maravillosa, pero también puede ser aterradora y causar miedo o pánico.
“La psilocibina puede producir muchos efectos, algunos de ellos desagradables”, describe le NIDA, como realizar actividades de riesgo después de tomar hongos en un entorno sin supervisión; aumentar la presión arterial; experimentar efectos secundarios como agitación, confusión, vómitos o náuseas, que pueden ser graves y requerir atención médica”. Y agrega: “Algunas personas que consumen hongos mágicos tienen miedo, ansiedad, pánico o paranoia extremos al experimentar sus efectos alucinógenos”.
Los investigadores estudian la psilocibina como un tratamiento potencial para muchos trastornos de salud. Entre ellas se encuentran: trastornos por consumo de sustancias, depresión, ansiedad y ansiedad relacionada con la enfermedad y el final de la vida.
Algunos expertos creen que el cambio de ley en Australia ocurrió demasiado rápido y podría poner en riesgo a los pacientes. Pero los defensores del uso de estas drogas señalan que la medida podría acelerar la recuperación a las personas con enfermedades mentales debilitantes.
En el documental “Ayahuasca now”, de Carlos Cejas, se puede ver cómo funcionan estas drogas en una ceremonia real donde un grupo de veteranos norteamericanos que sufren los traumas de la guerra (Irak, Vietnam, Afganistán) viajan al Amazonas peruano en busca de sanación a través de esta terapia.
Mary-Frances O’Connor, profesora asociada de psicología en la Universidad. de Arizona, dijo a The New York Times que dada la forma en la que los científicos creen que los psicodélicos funcionan en el cerebro para tratar la depresión, es posible que las drogas también puedan ser útiles para las personas con duelo prolongado. Sin embargo, advirtió contra el uso de medicamentos para hacer frente a un duelo que no había sido diagnosticado como prolongado o complicado. “Yo no diría que es apropiado intervenir con algo que altera la mente, tan dramático, como la terapia psicodélica si una persona, de hecho, se está curando de la manera que esperaríamos que lo haga”, señaló. “Es decir, me preocuparía que pudiera hacer más daño que bien y que simplemente no sea necesario”.
Escrito por E-GRUPOCLAN
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