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RADIO32 SOMOS TU VOS
Yamila Segovia creció sabiendo que tenía dos hermanas y un hermano por parte de su papá, pero al varón le había perdido el rastro en su infancia. “Adrián se convirtió en una incógnita para mi”, dijo a TN la joven, que con el tiempo se mudó a la localidad bonaerense de Puan, pudo estudiar una carrera y formar su propia familia. Sin embargo, nunca se olvidó de él y después de una década y media de búsqueda por fin llegó el milagro.
La ayuda de una amiga y una publicación de Missing Children Argentina fueron claves para rearmar las piezas sueltas de una historia, como ella misma define, inserta en un contexto de vulnerabilidad. Así, después de 14 años, pudo encontrar a su hermano alojado en un Hogar como si no tuviese familia, con otro nombre y un documento que no era el suyo. “De a poco iré encontrando las respuestas que faltan”, señaló Yamila, y remarcó: “Ahora es momento de disfrutar de él y de pensar en lo que nos queda de acá en más”.
Como si fuera una premisa de la trama familiar que los marcó tanto a ella como a Adrián y a sus otras dos hermanas, Camila y Melani, Yamila resumió: “Lo único que tenemos en común es un padre abandónico”. Sin justificarlo, pero con cierta resignación, la joven se refiere al hombre como “un eterno adolescente” cuyo modus operandi fue siempre el mismo. “Cada vez que alguna de las mujeres con las que estaba quedaba embarazada, él se borraba”, explicó.
Así crecieron los cuatro chicos, cada uno con distinta madre, sin contacto con su papá pero, en cambio, con un vínculo fluido con la familia paterna. “La casa de mis abuelos era como el punto de encuentro con mis hermanos”, recordó. Entonces, de un día para otro, Adrián no fue más a esas reuniones, los recuerdos se volvieron vagos y surgieron las preguntas.
Yamila quería saber dónde estaba su hermano pero cada vez que preguntaba por él conseguía una respuesta distinta. Le dijeron que estaba en Chaco, que su mamá se lo había llevado lejos, hasta llegó a pensar que podía estar muerto, pero en ningún momento dejó de buscarlo, incluso cuando siguió adelante con su vida en Puan, un pueblito en el interior de la provincia de Buenos Aires, alejada del resto de la familia.
En su cruzada, Yamila no esquivó nada ni a nadie. Llegó a contactar a exparejas de su papá y lo interrogó a él mismo, justo antes de que muriera. Todos los caminos terminaban en el mismo callejón sin salida hasta que un día, uno de los parientes a los que consultó, le dio una respuesta que la dejó helada.
“Me dijo que dejara de preguntar porque la respuesta era muy simple: a Adrián lo habían dejado por discapacitado, lo habían abandonado en una comisaría cuando era chico”, indicó. El joven, que actualmente tiene 27 años pero cuando dejaron de verlo tenía 13, padece una discapacidad que le afecta las funciones motora e intelectual.
Durante muchos años Yamila trató de ordenar las piezas sueltas del rompecabezas que había ido reuniendo para completar su historia. “Yo necesitaba encontrar a mi hermano y ese deseo se fue acrecentando cuando empecé a trabajar como maestra jardinera”, relató a TN, y añadió: “Me empecé a encontrar en el aula con distintas realidades, cada vez que me tocaba trabajar con algún alumno con una discapacidad en mi corazón yo lo veía a mi hermano, eso resonaba mucho en mí”.
Sin embargo, la búsqueda se había estancado y la persona que podía acercarla a la verdad, la madre biológica de Adrián, era una suerte de aguja en un pajar. Lo único que sabían de ella era su nombre: Marilyn.
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Contra lo imposible, un día su hermana Camila logró averiguar el apellido de la mujer y empezaron a desandar el derrotero. “Agregué en Facebook a todas las personas que aparecían con ese apellido y le escribí por privado a cada una”, contó Yamila. Así, a través de una sobrina con la que se contactó primero y ofició de nexo, llegó a ella y pudo reconstruir por fin lo que había pasado con Adrián.
Marilyn la llamó a Yamila y en las casi dos horas que duró esa conversación le contó que tras el nacimiento de Adrián, exactamente nueve meses más tarde, tuvo un golpe fuerte en la cabeza que le produjo un daño neurológico.
Al principio los médicos no le daban esperanzas de vida pero, después de dos meses de internación con una válvula en la cabeza, el bebé estuvo en condiciones de recibir el alta. Sin embargo, quedaron secuelas.
“No podía caminar, se arrastraba por el piso y la nueva pareja de la madre no lo quería”, explicó la joven. Ante esa situación y con los pocos recursos económicos de los que disponía, Marilyn llevó a Adrián a la casa del padre biológico y “se lo dejó por la fuerza”.
“Mi papá nunca se quiso hacer cargo de los hijos, menos de un chico que necesitaba cuidados especiales”, apuntó Yamila. Y afirmó: “Sólo lo tuvo unos días y después lo dejó en una comisaría de Lomas de Zamora diciendo que no sabía quién era, que lo había encontrado en la calle”.
Como Adrián llevaba un documento encima, la policía llamó a la mamá y Marilyn fue a buscarlo, pero tampoco se quedó con él. “Quedó a cargo de una abuela materna que en 2009 se lo llevó con ella a vivir a la provincia del Chaco”, relató Yamila, en base a lo que le contó la mamá de su hermano. Y lamentó: “Al año siguiente esa abuela sufrió un ACV y ya no pudo seguir cuidando al nene”.
De esta manera Adrián volvió una vez más con su mamá y la mujer, ya sin tener a quién más recurrir, lo llevó con unas religiosas en Lomas de Zamora para que la ayudaran a darlo en adopción. “Una monja le dijo que iba a llevar a Adrián al municipio, pero que ella (Marilyn) no podía volver más a bucarlo, porque le iban a cambiar el nombre y el nene se tenía que adaptar a otra familia”, afirmó.
“Fue como un punto final que me puso”, expresó Yamila, cuando la madre de su hermano le aseguró después que esa monja había muerto. Sin posibilidad de hablar con la religiosa y sabiendo que Adrián ya no se llamaba así, se quedó sin puertas que golpear para encontrarlo. Lo único que tenían de él era un muñeco de peluche.
“Yo me daba cuenta que la mamá de Adrián no me decía toda la verdad, había algo que le faltaba a toda esta historia”, confió Yamila, convencida de que la forma en la que empezó a caer ese velo fue poco menos que un milagro.
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Era domingo. Había ido a la iglesia y pedido una oración por su hermano y también por Marilyn, para que “se aflojara” su corazón. Ese mismo día, antes de que volviera a su casa, recibió un mensaje de la madre de Adrián pidiéndole que la llamara. Fue entonces cuando le dijo que la monja en cuestión en realidad estaba viva y seguía trabajando en el mismo lugar que 14 años atrás.
“Cuando recibí el mensaje de Marilyn sentí que era realmente un milagro de Dios. Era una puerta que se abría, un nuevo paso a seguir”, subrayó Yamila. Tal vez no fue la última puerta, como hubiera deseado, pero sí la acercó mucho más al final feliz que buscaba.
Es que a la larga cadena de obstáculos que fue sorteando con los años se sumó la reticencia inicial de la religiosa para colaborar con ellos y después, cuando lograron que lo hiciera, se toparon por ejemplo con que el acta de nacimiento del hospital en el que había nacido Adrián tenía los datos alterados. Sin embargo, habían logrado hacer un gran avance.
Tenían el nuevo nombre de su hermano: Diego.
En este punto de la historia fue fundamental el rol de Vitu, una amiga de Yamila que tenía un buen manejo de las redes y se sumó a la búsqueda del hermano perdido. Ella fue quien encontró una publicación que en 2013 había realizado un medio de Lomas de Zamora donde Missing Children pedía ayuda para encontrar a familiares de un chico llamado Diego.
Todo fluyó a partir de ahí y las partes sueltas que fue encontrando durante tantos años encajaron de golpe. Yamila se comunicó con la titular de la ONG, Ana Llobet, y ella la puso en contacto con el hogar, donde estaba su hermano. Horas después, Yamila estaba arriba de un micro recorriendo los casi 600 kilómetros que la separaban del tan anhelado reencuentro.
“En ese viaje se me pasaron tantas cosas por mi cabeza, tantos momentos que viví durante esta búsqueda, era como ver una película”, recordó Yamila, ya sobre el cierre de la entrevista con TN. Y por fin llegó el abrazo con Adrián. “Sentí que estaba sanando, que mi corazón se estaba restaurando”, agregó.
Cerca del mediodía, unas horas después que ella, también llegó Marilyn al hogar. “Cuando se acercó su mamá, enseguida la reconoció y empezó a gritar: ‘¡Mamá!’…fue como un ‘mamá’ del alma que le salió, una sonrisa, un abrazo tan fuerte..”, describió. En ese momento, Yamila soltó toda la emoción que tenía contenida.
Todavía hay algunos cabos sueltos. Entre ellos, señaló Yamila, la duda de qué fue lo que pasó realmente el día que su hermano sufrió aquel golpe tan fuerte en la cabeza de le causó una discapacidad de por vida. “El médico que lo atendió dijo que parecía que lo habían golpeado contra la pared”, resaltó la joven. Con esa hipótesis las sospechas apuntarían al hombre que estaba en pareja con la madre de Adrián en ese momento, pero no sabe en qué quedó esa causa.
Tampoco le cierra por qué la monja que entregó a Adrián hace tantos años dijo no tener datos de sus familiares, cuando conocía a la mamá. “Al hacerlo de esa manera mi hermano queda como NN”, sostiene Yamila, aunque remarcó: “Con el tiempo me voy a encargar de averiguar”.
Mientras tanto, Yamila sólo quiere disfrutar de su hermano y de ese sueño que hasta no hace mucho le parecía tan lejano. “Toda esta lucha me dejó un aprendizaje, lo que es la constancia, perservar, hasta me dejó una carrera”, contó, haciendo referencia a su decisión hace algunos años de empezar a estudiar Derecho para tener más herramientas en la búsqueda.
“Estoy a una materia de recibirme, mi sueño era que cuando me recibiera estuvieran todos mis hermanos y hoy se va a poder cumplir”, concluyó.
Missing Children es una organización no gubernamental sin fines de lucro que se dedica, desde hace años, a difundir las búsquedas de niñas, niños y adolescentes. Podés contactarte al 0800 333 5500 o por WhatsApp al 11-4157-3101. También podés escribirles a info@missingchildren.org.ar ante cualquier consulta, dato o búsqueda que detectes.
Escrito por E-GRUPOCLAN
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